1933-1943
Los Andaluces iniciaron su segunda década con fuerza. En el año 1935, la comparsa rondaba los 36 socios activos y 11 protectores. Pero el estallido de la Guerra Civil, hizo que no se celebraran las fiestas de Moros y Cristianos entre 1936 y 1938. Se tiene constancia de que la bandera de la Comparsa se custodió en este tiempo en el leñero de Francisco Ferriz “El Moreno de la Tahona”, evitando así que desapareciera. Allí se mantuvo oculta hasta que volvió a salir en 1939.
Hasta 1935 el presidente de los Andaluces fue Joaquín Clement, el socio fundador que fuera principal promotor de la comparsa junto a Antonio Ibáñez Abad. Este fue el primero de una saga familiar de Contrabandistas que llega hasta nuestros días.
Tras la guerra, le sucedió en el cargo su hijo, Francisco Clement, que además había sido el primer niño que vistió traje de Contrabandista en 1923.
Por el tiempo transcurrido y las circunstancias de la época, se tienen pocos datos de aquellos años. Pero por ejemplo, se sabe que en 1942 la comparsa constaba de 38 socios y que la cuota era de 70 pesetas anuales. También que en 1940 el capitán fue Ricardo Menor y el alférez Pedro Menor. En 1941 el capitán fue Antonio Denia, y en 1943 Enrique Gandía Mora.
Dos fueron los cabos que dirigieron las filas de los Andaluces en esta década. Francisco Pardo Bañón, conocido como “El Moreno de la Pipa”, sobrino del “Moreno de la Tahona”, el que fuera primer cabo de la comparsa. Posteriormente aparece Juan Ugeda Poveda, conocido como “Galipienzo”, hombre muy formal y festero. Caló muy hondo su forma de dirigir las filas de contrabandistas, con un estilo alegre y desenfadado.
De esta etapa conservamos algunas de las hojas que los Andaluces tiraban en los desfiles, con versos relativos a la comparsa y a sus socios y que eran escritos, según nos consta por Ricardo Menor.
La etapa de la posguerra trajo tiempos difíciles y duros a todos los niveles, y también para la Comparsa. Comienza un decaimiento que se va agudizando año tras año, con una constante pérdida de socios y grandísimas dificultades económicas. Una de las consecuencias es que el acto del Contrabando se dejó de representar en 1942.
1963-1973
La década de los 60 es una década de crecimiento en general para los Andaluces siguen en una lenta pero constante línea ascendente. Siguen teniendo protagonismo las cabalgaduras, carruajes y otros elementos que hacían nuestros desfiles diferentes. Se recuerda, por ejemplo, a una chica que, vestida con traje de gitana, bailaba durante toda La Entrada alrededor del cabo de la comparsa. Esta chica era “Aguedín, la hija del sobao”, y lo hizo durante varios años en esta época.
Las filas de los Andaluces fueron dirigidas durante estos años por Francisco Domene Bravo y Francisco Bravo Vinader.
En 1968 aparece la escuadra de Calabreses, lo que supone una nueva inyección de juventud en la nuestras filas, ya que muchos de sus miembros procedían de otras comparsas. Esta escuadra desfiló hasta 1980, dejando una importante huella. Con la aparición de esta escuadra entra en escena también uno de los cabos más recordados: Joaquín Cortés Dolón.
Bartolomé Marco Navarro fue presidente durante estos años, alternándose en el cargo con Rosendo Barceló Ugeda a partir de 1968.
Nuestra comparsa todavía no disponía de una sede fija, por lo que año tras año cambiaba constantemente de ubicación, condicionada por la disponibilidad de locales o solares de alguno de sus componentes o conocidos. En esta década, los Contrabandistas montaron su cuartelillo en lugares como la casa de la “Tía Rosa”, en “las cochineras”, actual calle Lepanto, o en la casa de los Ferrando, en calle Empedrá.
En 1973 se celebra el cincuentenario de los Andaluces, y la comparsa se asienta ya con fuerza. Se organizó una comisión que preparó diferentes actividades para celebrar este acontecimiento. La Comparsa tuvo su sede en la calle Sancho Medina, en una antigua bodega, que se convirtió en una especie de sala de fiestas donde se llevaron a cabo excelentes actuaciones y otros eventos del Cincuentenario. Se confeccionaron nuevas banderas; en los desfiles participaron algunos de los fundadores, en carruajes; y se realizaron importantes ofrendas, entre otros actos. Además, se recuperó la representación del Contrabando.
1993-2003
La década de los 90 es una etapa de crecimiento de los Andaluces en todos los sentidos. El vertiginoso aumento de socios hace que se supere la simbólica cifra de 1000 componentes, y que las socias femeninas superen a los masculinos.
Por ello, se hace necesaria la ampliación de la sede, con la compra de otras casas, una en 1990 y otra en 1995, que tras los derribos y obras oportunas conforman lo que hoy es nuestra casa.
El aumento de socios provoca en estos años la aparición del fenómeno de las Peñas, grupos organizados dentro de la comparsa, que dan otro carácter al sentido de la comparsa tradicional. El Madroño, El Trabuco, Smmuggler, La Navaja o Las Currillas, son algunas de las más antiguas, que se crearon en estos años y han perdurado hasta la actualidad.
Además, aparecen las dos primeras escuadras especiales femeninas en los Andaluces, la de Tiranas (1993) y la de Calañesas (1994), con un gran impacto en nuestros desfiles, precursoras de las numerosas escuadras especiales femeninas que aparecerán con posterioridad. XXXXXXXX
En 1998 se celebra el 75 aniversario de los Andaluces, con diferentes actos a lo largo del año. Se estrena el pasodoble “75 Aniversario de los Andaluces”, de Gaspar Ángel Tortosa, compuesto para la ocasión. Una obra que ha supuesto todo un hito musical en nuestra comparsa, pero también a nivel local y en toda la geografía festera.
Entre 1990 y 1992 presidió la comparsa Miguel López García. Le sucedió en 1993 Tomás Pérez Azorín. Entre 1994 y 1996 fue José Gandía Navarro quien ostentó la presidencia. Ginés Valdés Domene fue presidente entre 1997 y 1999. Tomás Pérez Azorín (2000-2002), Antonio Conesa Fuentes (2003)
La comparsa empieza a parecerse a la que hoy en día conocemos: un alto número de socios pero estabilizado, constantes mejoras en nuestra casa, situación económica saneada y nuestros desfiles se engrandecen con la aparición de numerosas escuadras especiales, boatos, grandes bloques, espectaculares cabos y cada vez más composiciones musicales propias.
Cabos: Joaquín cortés, Luis Navarro, José Luis Valero, Rosendo Barceló, José ferri, Paco Mataix, etc… y femeninas…
Señas de identidad
Botas negras. Pantalón o falda de panilla o terciopelo rojo, con galón dorado. Faja de raso azul. Camisa blanca con puntillas. Chaquetilla negra con bordados. Manta al hombro con madroños. Pañuelo rojo anudado a la nuca o dentro de una malla de red. Sombrero negro con dos madroños rojos. Arcabuz, ellos. Fusta, ellas.
El traje masculino
El traje oficial masculino de los Andaluces, tal y como lo conocemos hoy en día, es fruto de la evolución, por diferentes motivos, del traje con el que salieron a la calle los primeros Contrabandistas en 1923. Aquel primer año, los 22 contrabandistas que participaron alquilaron sus trajes en la ciudad de Alcoi. Ya en 1924 se confeccionan los primeros trajes, evidentemente idénticos a los que el año anterior se habían alquilado. Estos trajes tenían los pantalones encarnados, por encima de la bota, confeccionados en punto con dos borlas amarillas a la altura de la rodilla y un galón dorado con botonaduras; manta de punto; camisa blanca sin adornos; chaleco amarillo; chaquetilla azul bordada; faja azul sobre la cual había un cinturón de cuero; corbata roja; sombrero calañés azul con dos madroños negros y pañuelo atado a la nuca, de punto, de color marrón con rayas. Polainas con mosqueros y arcabuz.
A lo largo de los años, las prendas fueron variando de tejido, suprimiéndose o cambiándose por otras. Por ejemplo, el pantalón pasa a ser de terciopelo o panilla, y se alarga hasta introducirlo por dentro de la bota, como en la actualidad. La manta, después de la guerra civil, pasa a ser de lana. En los años 40 se sustituye el cinturón por una canana, que posteriormente desaparece. El pañuelo deja de ser marrón rayado para ser de tema libre y colores variados durante muchos años, hasta que en los años 90 se establece el de color rojo. El chaleco desaparece y las camisas pasan a tener adornos (puntillas) en pecho y mangas. Un lazo sustituye a la corbata roja, y las botas a las polainas. Las chaquetillas y el gorro dejan de ser azules para convertirse en negras, si bien es cierto que durante algún tiempo existieron también algunas chaquetillas verdes, como podemos ver en nuestro archivo.
El traje femenino
El traje oficial femenino se estableció en 1988, cuando se aprueba la posibilidad del ingreso de socios femeninos en la comparsa. Anteriormente, las mujeres que participaron lo habían hecho con trajes de corte andaluz, faralaes, cordobesas o similares, en carrozas, cabriolés, bailando, en caballos, grupo alegórico o acompañando en la ofrenda.
En 1988 se hace necesaria la creación de un diseño oficial de traje femenino. El diseño y elección corre a cargo de una comisión que se creó para tal efecto, y la decisión fue sencilla y acertada. Prácticamente una copia del traje masculino, con falda en vez de pantalón, y algunas variaciones muy sutiles que le dotaron desde el principio de gran atractivo.
Falda de terciopelo o panilla roja, con galón dorado, adornada con un mantón de nudos atado a la cintura; camisa blanca con puntillas, cuello alto y escote de pico; faja azul; chaquetilla negra bordada, con rejillas de malla en los brazos; manta roja y negra con madroños; gorro negro calañés y malla de red con pañuelo rojo dentro; botas negras con adornos rojos; como arma, una fusta.
Se trata de una adaptación del traje masculino pero con algunos detalles que dotan a este traje de una uniformidad más estética (por ejemplo, y a diferencia de los hombres, todas las mantas son iguales). El hecho de que desde su creación, en 1988, no haya sufrido ni una variación, y el inmenso número de socias contrabandistas son muestra incontestable del acierto de su diseño y elección.